Friday, January 26, 2007

Un caso y un par de cosas

-Tengo convicción ciega en que el hombre y la mujer nacen para amar lo creado y cuestionar lo destruído, entenderse a sí mismos a través de sus obras, comprender lo inentendible a través de la historia y descubrir lo que no posee a través de la naturaleza y su sabiduría.

Hacernos un tiempo y ésta vez no para terminar con el novio y enumerar sus regalos (a ver si valen la pena) sino un tiempo para pensar (y en serio), compartir (con quiénes de verdad nos rodean y no con quienes creemos lo hacen) y no pensar que una sencilla y vieja sugerencia es algo cliché. Mi tiempo informa que si Zaratustra se alejó de la humanidad y hacia las montañas para cultivar su intelecto, yo, si bien no tengo montañas cerca pero sí ganas de sorprenderme, lo intento. Y siento lograrlo viendo en todo greda sedienta de ser moldeada al fin, no como barro pensando y si es que hay suerte en ser modelado con ganas de ensuciar para tomar la forma que el tiempo sin ideas le pueda prestar. Quiere devolverle a la vida el favor de haberme tocado y dejar de mentir diciendo al fin “no soy yo, eres tú”.

-Los dichos populares y sus profetas afirman que siempre hay que actuar siguiendo los impulsos del corazón, y si bien lo siguiente no lo digo yo, sino un desafortunado paciente de B. Weiss, quien me enseñó la moraleja con un triste final sucedido en una de sus vidas pasadas. Cuento corto; el jovencito antes de ser un talentoso empresario sediento de dinero, fue una prostituta amante de los políticos y millonarios hasta que un día conoce a un mozuelo sin un peso capaz de cambiar su triste condición por la “señorita” (?), hasta que ésta enamorada hasta las patas lo discrimina con el dolor de su alma por pobre; sigue con los políticos, le encuentran sífilis y muere sola en la peor sala de un hospital.


-Soñé que entraba a clases y unas niñas robaban mis cosas, y les pedía que me devuelvan todo (please, como una señorita) y lo hacían, pero antes discutimos y una optó por un guate contra mi persona; y yo, que hasta en sueños pongo la otra mejilla, obviamente salí ganando.

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